Cómo una granja rural del siglo XIII puede convertirse en una preciosa y sofisticada residencia familiar, sin perder su esencia. El secreto reside en el arquitecto e interiorista Oliver Palmer Michell del estudio holandés Uxus, cuya sensibilidad y estilo no tiene parangón.
La atmósfera interior fue diseñada como una mezcla ecléctica entre un rústico acogedor y un sofisticado minimalismo blanco.
Todo ello rodeado del dramático terreno mallorquín que rodea la finca. Tal y como comentan Almudena Pérez-Minguez del blog Embelezzia, «La construcción de esta granja realizada por los artesanos canteros de la zona (los margers) se hizo con la técnica de la piedra en seco, utilizando para levantar sus paredes y muros la piedra del entorno inmediato (sin argamasa o cemento), por lo que el edificio se integra a la perfección con el paisaje, convirtiéndose casi en su prolongación.»
Sus jardines incorporar una huerta, olivos centenarios, una casa de huéspedes y una piscina de 15 metros. La piscina es la pieza central del jardín y está diseñada para parecer suspendida sobre el huerto de naranjos de la propiedad.
Según comenta su artífice, Olivier Palmer, «el objetivo general de La Finca era mezclar visualmente la casa existente, el entorno natural y la nueva construcción en un todo armonioso«, y a mi parecer lo ha conseguido. Una vivienda increíble. ¿Qué os parece?
Vía: Uxus Design

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