La moda es sin lugar a dudas el reflejo de la sociedad. Un arte, o una industria, según la subjetividad de cada uno, que muestra con detalle el paso de los años. Repasar su cronología es una clara contribución a la historia social, ya que cada moda, tendencia o estilo describe vivencialmente un determinado momento histórico.
Los años 60 estuvieron profundamente marcados por una fuerte tensión política y social. Fueron años caracterizados por confrontaciones internacionales y protestas de una ciudadanía cada vez más crítica con las acciones de sus gobiernos y la situación que se dibujaba tras la recuperación económica de la posguerra.
Por lo que respeta a aquellos jóvenes afortunados que vivieron una de las décadas más aceleradas del siglo XX, cabe destacar su ansia de liberación y revolución. Se atrevieron a rechazar lo establecido y a reclamarle al mundo el cambio. Londres se convirtió en el terremoto juvenil europeo. Carnaby Street y Chelsea florecieron con coloridas boutiques con nombres de lo más excéntricos. Y es en ese contexto, concretamente a mediados de década, donde nació al fin la prenda femenina que mejor reflejaría todo aquello que estaba pasando: la minifalda. La mini se convirtió en una expresión más de las actitudes libertarias que la mujer de los 60 protagonizó. En un icono de juventud, rebeldía y provocación. Aquellos 15 centímetros por encima de la rodilla crearon gran impacto social. Mary Quant y John Bates en Gran Bretaña y André Courrèges en Paris han sido proclamados los inventores de la minifalda.
Algunas de las celebrities que ayudaron a popularizarla fueron Twiggy o Brigite Bardot. Aunque también contó con la ayuda de Vogue, mítica revista que la defendió. Tal fue el punto álgido de la minifalda que hoy son pocos aquellos que la olvidan cuando repasan la agitada década de los años 60.

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