El pasado domingo se cumplían 20 años del triste fallecimiento de un hito en la historia del cine, la moda y la elegancia en general. Audrey se marchaba dejando tras de sí una carrera profesional repleta de éxitos. Películas inolvidables como Vacaciones en Roma, Desayuno con diamantes o Sabrina han quedado para siempre grabadas en la retina de los amantes del buen gusto.
Audrey consiguió lo que en aquel momento parecía imposible: tornar elegante el estilo casual. Con su 1. 70 de estatura y sus escasos 46 kilos de peso, su imagen cautivaba de una forma casi mágica.
Si a día de hoy todavía alguien se pregunta por qué ella, quizás halle la respuesta en su cara más desconocida. Y es que tras el lujoso personaje de Audrey, tras su escuálida figura, se escondía una mujer de inquietudes que hablaba con fluidez cinco idiomas y sentía la necesidad humana de implicarse con los más necesitados.
En 1988 fue nombrada embajadora de UNICEF y su compromiso con los niños pobres marcó los últimos años de su vida. Durante cinco años visitó más de 20 países y volcó su vida con quien más lo necesitaba.
La discreción y la sencillez fueron siempre sus pilares. Sin embargo, su voz se alzaba con fuerza cuando se trataba de poner voz a quien no la tenía: “ Me siento muy fuerte… todo arranca por ahí, por la bondad. Qué diferente sería el mundo si todo el mundo viviera así.” Ese fue su lema, el motor de su existencia y uno de los fundamentos de la fundación que lleva su nombre y que hoy sigue dedicando sus fondos a proseguir la actividad humanitaria que ella llevó a cabo durante más de 20 años. La creación de hospitales, casas de acogida y escuelas figuran entre los proyectos de la fundación Audrey Hepburn Children’s Fund
Sin duda esa es la auténtica belleza de Audrey Hepburn y el único secreto de quien sigue marcando la diferencia 20 años después y ha logrado tornarse un hito en un mundo que, cada vez más, precisa de personas que aporten valor y valores a nuestras vidas. Un lujo de persona a quien hoy rendimos un sincero homenaje.

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